Los abonos orgánicos aportan numerosos beneficios para las plantas, como bacterias y los nutrientes que necesitan. Pueden proceder de restos orgánicos en descomposición, como el estiércol, o que no estén descompuestos como la paja o los restos vegetales verdes. Su efecto no es tan rápido como el de los abonos químicos, pero a la larga consiguen mejorar la calidad y estructura del terreno haciéndolo más blando, esponjoso y permeable, más fértil en definitiva.